En primer lugar, definiré lo
que entiendo por evangelización puritana, luego mostraré que el mensaje
evangelístico puritano, basado en la Escritura, era doctrinal, práctico,
experiencial, y simétrico. Luego analizaré los métodos puritanos
primordiales empleados para comunicar el evangelio: un estilo llano de
predicación y la práctica de la evangelización catequética.
El puritanismo emergió desde al menos tres necesidades:
1) la necesidad
de predicación bíblica y la enseñanza de sana doctrina reformada;
2) la
necesidad de una piedad personal bíblica que enfatice la obra del Espíritu
Santo en la fe y la vida del creyente; y
3) la necesidad de una restauración
de la sencillez bíblica en la liturgia, las vestiduras, y el gobierno de la
iglesia, de manera que una vida eclesiástica bien ordenada promoviera la
adoración del Dios trino tal como está prescrita en su Palabra
Si vas a veinte familias y les preguntas a todos si
alguno de ellos está en un estado no santificado, no
renovado y no perdonado, y bajo la ira y la maldición de
Dios, encontrarás a pocos que no te digan que esperan que
suceda mejor con ellos que de esa manera, y que, aunque
son pecadores (como lo son todos), son pecadores
arrepentidos y perdonados.
Los puritanos examinaban, escuchaban y cantaban la Palabra con
deleite, e incentivaban a otros a hacer lo mismo. El puritano Richard
Greenham sugería ocho formas de leer la Escritura
con diligencia, sabiduría, preparación, meditación, conversación, fe, práctica, y oración.
Ven a la Palabra con un santo apetito y un corazón dócil a la
enseñanza. Siéntate a escuchar la Palabra con atención, recíbela con
humildad, y mézclala con fe. Luego retén la Palabra, ora acerca de ella,
practícala, y habla a otros acerca de ella
Libro “EVANGELIZACIÓN
PURITANA” Resumen.
el pecado
con la caída de Adán y Eva en el Paraíso 25 . Ellos enseñaban en términos
inequívocos que por medio de la caída nosotros heredamos la depravación que nos
hace impropios para Dios, la santidad y el cielo. «En la caída de Adán pecamos
todos», afirmaban. Ellos recalcaban que el problema de los pecadores era doble:
un mal prontuario, que es un problema
legal;
y un corazón malo, que es un problema
moral.
Ambos nos hacen impropios para la comunión con
Dios. Se necesita más que una reforma externa de la vida para cumplir con las
exigencias de Dios; para la salvación es esencial una regeneración interior del
corazón por medio de un Dios trino (Juan 3:3-7).
Los
evangelistas puritanos presentaban reiteradamente a Cristo con su capacidad y
disposición para salvar, y su valor como el único Redentor de los pecadores
perdidos. Lo hacían con articulación teológica, grandeza divina y pasión
humana. Ellos exaltaban a Cristo a lo más alto como un Salvador tanto objetivo
como subjetivo, y abatían al hombre a lo más bajo. No les preocupaba herir la
autoestima de los oyentes. Mucho más les importaba estimar al Dios trino: el
Padre que nos creó con dignidad a su imagen; el Hijo que restaura esa dignidad
en nosotros mediante la redención y la adopción como hijos; y el Espíritu Santo
que mora en nosotros y hace de nuestro cuerpo y nuestra alma su Templo
Necesitamos
preguntarnos: nuestra predicación, enseñanza y evangelización, ¿es
absolutamente bíblica, abiertamente doctrinal, experiencial mente práctica,
integralmente evangelística, y bellamente simétrica?
En
consecuencia, la primera parte de un sermón puritano era exegética; la segunda,
doctrinal y didáctica; y la tercera, aplicativa 78 . La tercera parte, a menudo
llamada los «usos» del texto, era bastante extensa y aplicaba la Escritura de
variadas formas a variados oyentes 79 . Perkins dio distintas directrices sobre
cómo acomodar las aplicaciones de la Escritura a siete categorías de oyentes:
incrédulos ignorantes y difíciles de enseñar; gente dócil a la enseñanza pero
ignorante; gente con conocimiento pero no humilde; los humildes a los que les
falta seguridad; los creyentes; los caídos; y «gente mezclada», es decir, los
que son una combinación de varias categorías 80 . Los predicadores puritanos se
dirigían a los siete tipos de personas en determinado periodo, pero no en cada
sermón.
la
predicación llana ayudó a los puritanos a interpretar la Biblia de manera
literal y gramatical; coherente y harmónica; doctrinal y teocéntrica;
cristológica y evangélica; experiencial y práctica; y con una aplicación fiel y
realista
Primero,
la predicación puritana se dirigía a la mente con claridad.
Se dirigía
al hombre como una criatura racional. Los puritanos amaban y adoraban a Dios
con su mente. Veían la mente como el palacio de la fe. Rehusaban contraponer la
mente y el corazón, sino que enseñaban que el conocimiento era el suelo donde
el Espíritu plantaba la semilla de la regeneración. «En la conversión, se eleva
la razón», escribió John Preston. Y Cotton Mather dijo: «La ignorancia es la
madre, no de la devoción, sino de la herejía». Por tanto, los puritanos
predicaban que necesitamos pensar a fin de ser santos. Ellos cuestionaban la
idea de que la santidad solo es asunto de las emociones.
Dios nos dio
una mente por un motivo, enseñaban los puritanos. Es crucial que nos volvamos
como Cristo en nuestra forma de pensar. Nuestra mente debe ser iluminada por la
fe y disciplinada por la Palabra, luego puesta al servicio de Dios en el mundo.
Debemos ser desafiados por los puritanos para usar nuestro intelecto para
promover el reino de Dios mediante la evangelización bíblica. Sin un
pensamiento claro, jamás seremos capaces de evangelizar y contrarrestar la
cultura donde vivimos, trabajamos y ministramos. Nos volveremos vacíos,
improductivos y narcisistas, carentes de una vida interior en desarrollo. Los
puritanos predicaban que una mente floja no es una señal de honor. Ellos
entendían que un cristianismo sin mente promovería un cristianismo sin columna.
Un evangelio antiintelectual producirá un evangelio irrelevante que no va más
allá de las «necesidades percibidas»
Segundo,
la predicación puritana confrontaba la conciencia intencionadamente.
Los
puritanos trabajaban arduamente en la conciencia de los pecadores como la «luz
de la naturaleza» en ellos. La predicación llana nombraba pecados específicos,
luego hacía preguntas para hacer hincapié en la culpa de esos pecados sobre la
conciencia de hombres, mujeres y niños. Como escribió un puritano: «Debemos ir
con la vara de la verdad divina y golpear cualquier matorral donde se esconda
un pecador, hasta que, al igual que Adán cuando se escondió, esté delante de
Dios en su desnudez». Ellos creían que eso era necesario, porque mientras el
pecador no salga de detrás de ese matorral, jamás clamará para ser vestido con
la justicia de Cristo
Tercero,
la predicación puritana cortejaba el corazón apasionadamente. Era afectiva, entusiasta y
optimista. Hoy es inusual hallar a un ministro que a la vez alimente la mente
con sólida substancia bíblica y conmueva el corazón con afectiva calidez, pero
esta combinación era común entre los puritanos. Ellos no solo razonaban con la
mente y confrontaban la conciencia; también apelaban al corazón. Predicaban por
amor a la Palabra de Dios, amor por la gloria de Dios, y amor por el alma de
cada oyente. Predicaban con una cálida gratitud al Cristo que los había salvado
y había hecho de sus vidas un sacrificio de alabanza. Presentaban a Cristo en
su amor, con la esperanza de que el incrédulo sintiera celos de lo que el
creyente posee en Cristo
Los
puritanos usaban cada arma que podían —predicación convincente, súplica
personal, oración ferviente, razonamiento bíblico, vida gozosa— para volver a
los pecadores desde el camino de destrucción a Dios. Y ellos creían que Dios
usaría su predicación como arma para conquistar y un poder para convertir a los
pecadores. Ellos creían que Dios exaltó a Cristo «a su derecha, como Príncipe y
Salvador. Lo hizo para que el pueblo de Israel se arrepintiera de sus pecados y
fuera perdonado» (Hch 5:31). Ellos sabían por la Escritura y por experiencia
que solo un Cristo omnipotente puede cautivar a un pecador muerto atado a sus
deseos pecaminosos, separarlo del amor primordial de su corazón, darle la
disposición a abandonar su pecado íntimo, y volverlo a Dios con la plena
resolución de obedecerle, honrarlo y tenerlo por fin y objetivo.
CATESISMO
La
catequización puritana era evangelística en varios sentidos:
Primero, decenas de puritanos alcanzaban con
el evangelio a niños y jóvenes escribiendo libros de catecismo que explicaban
las doctrinas cristianas fundamentales mediante preguntas y respuestas
respaldadas por la Escritura
«los puntos
principales y fundamentales», «la suma de la religión cristiana», los «diversos
encabezados» o «primeros principios» de la religión, y «el abecé del
cristianismo»
los libros
de catecismo puritano en su recurrentes fórmulas y temas tales como el Credo de
los Apóstoles, los Diez Mandamientos, el Padrenuestro, y los sacramentos.
Incluso sugiere que en realidad no hay una discrepancia substancial aun entre
el mensaje sencillo de muchas obras elementales y el contenido más exigente de
catecismos más sofisticados 91 . En distintos niveles de la iglesia, así como
en el hogar de sus feligreses, los ministros puritanos enseñaban a las
nacientes generaciones tanto desde la Biblia como de sus catecismos. Sus
objetivos eran explicar las enseñanzas fundamentales de la Biblia, ayudar a los
jóvenes a guardar la Biblia en la memoria, hacer más comprensibles los sermones
y los sacramentos, preparar a los hijos del pacto para la confesión de fe,
enseñarles a defender su fe contra el error, y ayudar a los padres a instruir a
sus propios hijos
Segundo, la catequización era evangelística
en relación con ambos sacramentos
el prólogo
de su catecismo con una apelación «a aquellos que solían preguntar cómo se
deberían pasar las largas noches de invierno, que se vuelvan al canto de salmos
y enseñen a su familia y oren juntos» 95 . Hacia el tiempo de la Asamblea de
Westminster en la década de 1640, los puritanos consideraban la ausencia de
culto familiar como evidencia de una vida no convertida
Tercero, la catequesis era un seguimiento
del sermón y una forma de alcanzar a los vecinos con el evangelio. Se dice que
Joseph Alleine continuaba su labor del domingo cinco días a la semana
catequizando a los miembros de la iglesia como también llegando con el
evangelio a las personas que encontraba en la calle.
Richard
Baxter, cuya visión de la catequesis se expone en The Reformed Pastor, dijo que
había llegado a la dolorosa conclusión de que «algunas personas ignorantes que
por mucho tiempo han sido oyentes sin provecho, han adquirido más conocimiento
y cargo de conciencia en media hora de exposición personal que en diez años de
predicación pública» 98 . Por lo tanto, Baxter invitaba a la gente a su casa
cada jueves por la noche a analizar y orar pidiendo bendición por los sermones
del sabbat anterior. Cuarto, el catecismo era evangelístico con el propósito de
examinar la condición espiritual de la gente, y para alentarlos y amonestarlos
a que corrieran a Cristo. Baxter y sus dos asistentes pasaban dos días
completos cada semana catequizando a los feligreses en sus casas. Además de
eso, el lunes y el martes en la tarde y la noche él catequizaba a cada uno de
los siete miembros de su familia una hora por semana. Aquellas visitas
implicaban paciente enseñanza, afable examen y cuidadosa conducción de los
miembros de la familia y la iglesia a Cristo. Packer concluye: «Elevar la
práctica del catecismo personal desde una disciplina preliminar para niños a un
elemento permanente en la evangelización y el cuidado pastoral para todas las
edades fue la principal contribución de Baxter al desarrollo de los ideales
puritanos para el ministerio» 99 . Las iglesias y escuelas puritanas
consideraban que la instrucción catequética era tan importante que algunas
incluso ofrecían catequistas oficiales. En la Universidad de Cambridge, William
Perkins sirvió como catequista en Christ’s College, y John Preston en Emanuel
College. El ideal puritano, según Thomas Gataker, era que una escuela es una
«pequeña iglesia» y sus maestros «catequistas privados» 100 . La evangelización
puritana, llevada a cabo mediante la predicación, la amonestación pastoral, y
la catequesis, requería tiempo y habilidad
Los
puritanos no buscaban conversiones rápidas y fáciles; ellos estaban
comprometidos con levantar creyentes de por vida cuyo corazón, mente, voluntad
y afectos fueran ganados para el servicio de Cristo 102 . algunos pastores eran
más hábiles que otros en la catequización, pero todos estaban llamados a ser
catequistas evangelísticos.
Los predicadores son el espejo, la
escuela,
el libro, donde los ojos del pueblo
aprenden, leen, miran
El evangelista puritano tenía un corazón para
servir a Dios; dedicación y cuidado del pueblo de Dios y los no salvados;
devoción a la Escritura y capacidad para predicarla; un sentido de dependencia
del Espíritu Santo unido a una vida de oración. Estas dos últimas cualidades
están ausentes en la evangelización moderna y necesitan ser abordadas en
nuestros capítulos finales
Richard
Baxter escribió: «La conversión es un tipo de labor distinto a lo que la
mayoría percibe. No es un asunto menor llevar una mente terrenal al cielo y
mostrarle al hombre las agradables excelencias de Dios, ser absorbido en tal
amor por él que nunca puede ser apagado; hacerlo correr a Cristo en busca de
refugio y recibirlo con gratitud como la vida de su alma; hacer cambiar la
mismísima inclinación y tendencia de su vida para que el hombre renuncie a
aquello que tenía por su felicidad, y ponga su felicidad donde nunca la había
puesto antes»
La acción
regeneradora del Espíritu es, como escribió John Owen, «infalible, victoriosa,
irresistible, y siempre eficaz»; ella «elimina todos los obstáculos, supera
todas las oposiciones, y produce infaliblemente el efecto pretendido»
La
evangelización se debe concebir más bien como una empresa de largo plazo de
paciente enseñanza e instrucción, en la cual los siervos de Dios simplemente
intentan ser fieles en entregar el mensaje del evangelio y aplicarlo a las
vidas humanas, y dejar que el Espíritu de Dios atraiga a los hombres a la fe
mediante este mensaje a su manera y a su propia velocidad»
INSTRUCCIÓN 1:
NO PERMANEZCAS EN UN ESTADO DE IGNORANCIA
Si estás verdaderamente dispuesto a ser santificado e hijo
de Dios, no permanezcas en un estado de ignorancia, sino
haz todo lo posible por llegar a la luz y entender la Palabra
de Dios en los asuntos de la salvación.
Si el conocimiento es innecesario, ¿por qué tenemos
entendimiento? ¿Y en qué supera el hombre a la bestia? Si
algún conocimiento es necesario, ciertamente debe ser el
conocimiento de las cosas más grandes y necesarias. Y
nada es tan grande y necesario como obedecer a tu
Hacedor y que tu alma sea salva. El conocimiento debe ser
valorado según su utilidad.
INSTRUCCIÓN 2:
PROCURA COMPRENDER EL ESTADO DE PECADO Y EL
ESTADO DE GRACIA
Primero esfuérzate de manera particular en comprender la
naturaleza verdadera del estado de pecado y del estado de
gracia. Es probable que digas que todos son pecadores, que
Cristo murió por los pecadores, que fuiste regenerado en tu
bautismo, que por los pecados que desde entonces has
cometido, te has arrepentido de ellos y, por lo tanto,
esperas que sean perdonados.
INSTRUCCIÓN 3:
CONOCE LO QUE ES UNA VIDA DE SANTIDAD
Cree en la Palabra de Dios y en los que la han probado, y no
creas en las calumnias del diablo y de los hombres impíos,
que nunca han probado ni conocido las cosas que
reprochan.
La razón no puede cuestionar lo razonable de este
consejo. ¿Quién es más sabio que Dios, o a quién hay que
creer antes que a Él? ¿Y qué hombres son más aptos para
saber de qué hablan, que los que hablan por su propia
experiencia? Nada es más familiar para con los hombres
impíos que calumniar y reprochar los caminos santos y los
siervos del Señor. Ninguna sabiduría, ninguna medida de
santidad o justicia, eximirá a los piadosos de su malicia.
INSTRUCCIÓN 4:
ATIENDE CON SERIEDAD LA PALABRA DE DIOS, LIBROS
EDIFICANTES Y LA PALABRA PREDICADA SI QUIERES SER
SALVO
Para que tu entendimiento sea iluminado, y tu corazón
renovado, lee mucho y con seriedad la Palabra de Dios, y los
libros que son apropiados para los hombres en un estado
inconverso, y especialmente en escuchar la predicación
clara y escudriñadora de la Palabra.
Hay una luz, un poder y una majestuosidad celestiales en
la Palabra de Dios, de modo que al leerla u oírla con
seriedad, puede traspasar el corazón, pincharlo y abrirlo,
para que salga la corrupción y entre la gracia. «La ley del
SEÑOR es perfecta, que convierte el alma; el testimonio del
SEÑOR es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos
del SEÑOR son rectos, que alegran el corazón…» (Sal. 19:7-8).
INSTRUCCIÓN 5:
USA LA RAZÓN Y PIENSA EN LAS COSAS QUE TIENEN
QUE VER CON TU SALVACIÓN
Si no quieres estar desprovisto de la gracia salvífica, deja
que tu razón esté dedicada en los asuntos de tu salvación
con cierta proporción de pensamientos frecuentes, sobrios y
serios, así como se requiere que estés convencido de la
importancia del asunto.
«… no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda
rencor…» (1 Co. 13:5). «Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro
corazón estando en vuestra cama, y callad.
Lo más importante de todo la oración.