jueves, 5 de septiembre de 2024

Resumen libro evangelización puritana. sep 2024

 

En primer lugar, definiré lo que entiendo por evangelización puritana, luego mostraré que el mensaje evangelístico puritano, basado en la Escritura, era doctrinal, práctico, experiencial, y simétrico. Luego analizaré los métodos puritanos primordiales empleados para comunicar el evangelio: un estilo llano de predicación y la práctica de la evangelización catequética.

El puritanismo emergió desde al menos tres necesidades: 

1) la necesidad de predicación bíblica y la enseñanza de sana doctrina reformada; 

2) la necesidad de una piedad personal bíblica que enfatice la obra del Espíritu Santo en la fe y la vida del creyente; y 

3) la necesidad de una restauración de la sencillez bíblica en la liturgia, las vestiduras, y el gobierno de la iglesia, de manera que una vida eclesiástica bien ordenada promoviera la adoración del Dios trino tal como está prescrita en su Palabra

Si vas a veinte familias y les preguntas a todos si alguno de ellos está en un estado no santificado, no renovado y no perdonado, y bajo la ira y la maldición de Dios, encontrarás a pocos que no te digan que esperan que suceda mejor con ellos que de esa manera, y que, aunque son pecadores (como lo son todos), son pecadores arrepentidos y perdonados.

Los puritanos examinaban, escuchaban y cantaban la Palabra con deleite, e incentivaban a otros a hacer lo mismo. El puritano Richard Greenham sugería ocho formas de leer la Escritura 

con diligencia, sabiduría, preparación, meditación, conversación, fe, práctica, y oración. 

Ven a la Palabra con un santo apetito y un corazón dócil a la enseñanza. Siéntate a escuchar la Palabra con atención, recíbela con humildad, y mézclala con fe. Luego retén la Palabra, ora acerca de ella, practícala, y habla a otros acerca de ella

Libro “EVANGELIZACIÓN PURITANA” Resumen.

el pecado con la caída de Adán y Eva en el Paraíso 25 . Ellos enseñaban en términos inequívocos que por medio de la caída nosotros heredamos la depravación que nos hace impropios para Dios, la santidad y el cielo. «En la caída de Adán pecamos todos», afirmaban. Ellos recalcaban que el problema de los pecadores era doble:

un mal prontuario, que es un problema legal;

y un corazón malo, que es un problema moral.

 Ambos nos hacen impropios para la comunión con Dios. Se necesita más que una reforma externa de la vida para cumplir con las exigencias de Dios; para la salvación es esencial una regeneración interior del corazón por medio de un Dios trino (Juan 3:3-7).

Los evangelistas puritanos presentaban reiteradamente a Cristo con su capacidad y disposición para salvar, y su valor como el único Redentor de los pecadores perdidos. Lo hacían con articulación teológica, grandeza divina y pasión humana. Ellos exaltaban a Cristo a lo más alto como un Salvador tanto objetivo como subjetivo, y abatían al hombre a lo más bajo. No les preocupaba herir la autoestima de los oyentes. Mucho más les importaba estimar al Dios trino: el Padre que nos creó con dignidad a su imagen; el Hijo que restaura esa dignidad en nosotros mediante la redención y la adopción como hijos; y el Espíritu Santo que mora en nosotros y hace de nuestro cuerpo y nuestra alma su Templo

Necesitamos preguntarnos: nuestra predicación, enseñanza y evangelización, ¿es absolutamente bíblica, abiertamente doctrinal, experiencial mente práctica, integralmente evangelística, y bellamente simétrica?

En consecuencia, la primera parte de un sermón puritano era exegética; la segunda, doctrinal y didáctica; y la tercera, aplicativa 78 . La tercera parte, a menudo llamada los «usos» del texto, era bastante extensa y aplicaba la Escritura de variadas formas a variados oyentes 79 . Perkins dio distintas directrices sobre cómo acomodar las aplicaciones de la Escritura a siete categorías de oyentes: incrédulos ignorantes y difíciles de enseñar; gente dócil a la enseñanza pero ignorante; gente con conocimiento pero no humilde; los humildes a los que les falta seguridad; los creyentes; los caídos; y «gente mezclada», es decir, los que son una combinación de varias categorías 80 . Los predicadores puritanos se dirigían a los siete tipos de personas en determinado periodo, pero no en cada sermón.

la predicación llana ayudó a los puritanos a interpretar la Biblia de manera literal y gramatical; coherente y harmónica; doctrinal y teocéntrica; cristológica y evangélica; experiencial y práctica; y con una aplicación fiel y realista

Primero, la predicación puritana se dirigía a la mente con claridad.

Se dirigía al hombre como una criatura racional. Los puritanos amaban y adoraban a Dios con su mente. Veían la mente como el palacio de la fe. Rehusaban contraponer la mente y el corazón, sino que enseñaban que el conocimiento era el suelo donde el Espíritu plantaba la semilla de la regeneración. «En la conversión, se eleva la razón», escribió John Preston. Y Cotton Mather dijo: «La ignorancia es la madre, no de la devoción, sino de la herejía». Por tanto, los puritanos predicaban que necesitamos pensar a fin de ser santos. Ellos cuestionaban la idea de que la santidad solo es asunto de las emociones.

Dios nos dio una mente por un motivo, enseñaban los puritanos. Es crucial que nos volvamos como Cristo en nuestra forma de pensar. Nuestra mente debe ser iluminada por la fe y disciplinada por la Palabra, luego puesta al servicio de Dios en el mundo. Debemos ser desafiados por los puritanos para usar nuestro intelecto para promover el reino de Dios mediante la evangelización bíblica. Sin un pensamiento claro, jamás seremos capaces de evangelizar y contrarrestar la cultura donde vivimos, trabajamos y ministramos. Nos volveremos vacíos, improductivos y narcisistas, carentes de una vida interior en desarrollo. Los puritanos predicaban que una mente floja no es una señal de honor. Ellos entendían que un cristianismo sin mente promovería un cristianismo sin columna. Un evangelio antiintelectual producirá un evangelio irrelevante que no va más allá de las «necesidades percibidas»

Segundo, la predicación puritana confrontaba la conciencia intencionadamente.

Los puritanos trabajaban arduamente en la conciencia de los pecadores como la «luz de la naturaleza» en ellos. La predicación llana nombraba pecados específicos, luego hacía preguntas para hacer hincapié en la culpa de esos pecados sobre la conciencia de hombres, mujeres y niños. Como escribió un puritano: «Debemos ir con la vara de la verdad divina y golpear cualquier matorral donde se esconda un pecador, hasta que, al igual que Adán cuando se escondió, esté delante de Dios en su desnudez». Ellos creían que eso era necesario, porque mientras el pecador no salga de detrás de ese matorral, jamás clamará para ser vestido con la justicia de Cristo

Tercero, la predicación puritana cortejaba el corazón apasionadamente. Era afectiva, entusiasta y optimista. Hoy es inusual hallar a un ministro que a la vez alimente la mente con sólida substancia bíblica y conmueva el corazón con afectiva calidez, pero esta combinación era común entre los puritanos. Ellos no solo razonaban con la mente y confrontaban la conciencia; también apelaban al corazón. Predicaban por amor a la Palabra de Dios, amor por la gloria de Dios, y amor por el alma de cada oyente. Predicaban con una cálida gratitud al Cristo que los había salvado y había hecho de sus vidas un sacrificio de alabanza. Presentaban a Cristo en su amor, con la esperanza de que el incrédulo sintiera celos de lo que el creyente posee en Cristo

Los puritanos usaban cada arma que podían —predicación convincente, súplica personal, oración ferviente, razonamiento bíblico, vida gozosa— para volver a los pecadores desde el camino de destrucción a Dios. Y ellos creían que Dios usaría su predicación como arma para conquistar y un poder para convertir a los pecadores. Ellos creían que Dios exaltó a Cristo «a su derecha, como Príncipe y Salvador. Lo hizo para que el pueblo de Israel se arrepintiera de sus pecados y fuera perdonado» (Hch 5:31). Ellos sabían por la Escritura y por experiencia que solo un Cristo omnipotente puede cautivar a un pecador muerto atado a sus deseos pecaminosos, separarlo del amor primordial de su corazón, darle la disposición a abandonar su pecado íntimo, y volverlo a Dios con la plena resolución de obedecerle, honrarlo y tenerlo por fin y objetivo.

CATESISMO

La catequización puritana era evangelística en varios sentidos:

Primero, decenas de puritanos alcanzaban con el evangelio a niños y jóvenes escribiendo libros de catecismo que explicaban las doctrinas cristianas fundamentales mediante preguntas y respuestas respaldadas por la Escritura

 

«los puntos principales y fundamentales», «la suma de la religión cristiana», los «diversos encabezados» o «primeros principios» de la religión, y «el abecé del cristianismo»

los libros de catecismo puritano en su recurrentes fórmulas y temas tales como el Credo de los Apóstoles, los Diez Mandamientos, el Padrenuestro, y los sacramentos. Incluso sugiere que en realidad no hay una discrepancia substancial aun entre el mensaje sencillo de muchas obras elementales y el contenido más exigente de catecismos más sofisticados 91 . En distintos niveles de la iglesia, así como en el hogar de sus feligreses, los ministros puritanos enseñaban a las nacientes generaciones tanto desde la Biblia como de sus catecismos. Sus objetivos eran explicar las enseñanzas fundamentales de la Biblia, ayudar a los jóvenes a guardar la Biblia en la memoria, hacer más comprensibles los sermones y los sacramentos, preparar a los hijos del pacto para la confesión de fe, enseñarles a defender su fe contra el error, y ayudar a los padres a instruir a sus propios hijos

Segundo, la catequización era evangelística en relación con ambos sacramentos

el prólogo de su catecismo con una apelación «a aquellos que solían preguntar cómo se deberían pasar las largas noches de invierno, que se vuelvan al canto de salmos y enseñen a su familia y oren juntos» 95 . Hacia el tiempo de la Asamblea de Westminster en la década de 1640, los puritanos consideraban la ausencia de culto familiar como evidencia de una vida no convertida

Tercero, la catequesis era un seguimiento del sermón y una forma de alcanzar a los vecinos con el evangelio. Se dice que Joseph Alleine continuaba su labor del domingo cinco días a la semana catequizando a los miembros de la iglesia como también llegando con el evangelio a las personas que encontraba en la calle.

Richard Baxter, cuya visión de la catequesis se expone en The Reformed Pastor, dijo que había llegado a la dolorosa conclusión de que «algunas personas ignorantes que por mucho tiempo han sido oyentes sin provecho, han adquirido más conocimiento y cargo de conciencia en media hora de exposición personal que en diez años de predicación pública» 98 . Por lo tanto, Baxter invitaba a la gente a su casa cada jueves por la noche a analizar y orar pidiendo bendición por los sermones del sabbat anterior. Cuarto, el catecismo era evangelístico con el propósito de examinar la condición espiritual de la gente, y para alentarlos y amonestarlos a que corrieran a Cristo. Baxter y sus dos asistentes pasaban dos días completos cada semana catequizando a los feligreses en sus casas. Además de eso, el lunes y el martes en la tarde y la noche él catequizaba a cada uno de los siete miembros de su familia una hora por semana. Aquellas visitas implicaban paciente enseñanza, afable examen y cuidadosa conducción de los miembros de la familia y la iglesia a Cristo. Packer concluye: «Elevar la práctica del catecismo personal desde una disciplina preliminar para niños a un elemento permanente en la evangelización y el cuidado pastoral para todas las edades fue la principal contribución de Baxter al desarrollo de los ideales puritanos para el ministerio» 99 . Las iglesias y escuelas puritanas consideraban que la instrucción catequética era tan importante que algunas incluso ofrecían catequistas oficiales. En la Universidad de Cambridge, William Perkins sirvió como catequista en Christ’s College, y John Preston en Emanuel College. El ideal puritano, según Thomas Gataker, era que una escuela es una «pequeña iglesia» y sus maestros «catequistas privados» 100 . La evangelización puritana, llevada a cabo mediante la predicación, la amonestación pastoral, y la catequesis, requería tiempo y habilidad

Los puritanos no buscaban conversiones rápidas y fáciles; ellos estaban comprometidos con levantar creyentes de por vida cuyo corazón, mente, voluntad y afectos fueran ganados para el servicio de Cristo 102 . algunos pastores eran más hábiles que otros en la catequización, pero todos estaban llamados a ser catequistas evangelísticos.

Los predicadores son el espejo, la escuela,

el libro, donde los ojos del pueblo aprenden, leen, miran

 El evangelista puritano tenía un corazón para servir a Dios; dedicación y cuidado del pueblo de Dios y los no salvados; devoción a la Escritura y capacidad para predicarla; un sentido de dependencia del Espíritu Santo unido a una vida de oración. Estas dos últimas cualidades están ausentes en la evangelización moderna y necesitan ser abordadas en nuestros capítulos finales

 

Richard Baxter escribió: «La conversión es un tipo de labor distinto a lo que la mayoría percibe. No es un asunto menor llevar una mente terrenal al cielo y mostrarle al hombre las agradables excelencias de Dios, ser absorbido en tal amor por él que nunca puede ser apagado; hacerlo correr a Cristo en busca de refugio y recibirlo con gratitud como la vida de su alma; hacer cambiar la mismísima inclinación y tendencia de su vida para que el hombre renuncie a aquello que tenía por su felicidad, y ponga su felicidad donde nunca la había puesto antes»

La acción regeneradora del Espíritu es, como escribió John Owen, «infalible, victoriosa, irresistible, y siempre eficaz»; ella «elimina todos los obstáculos, supera todas las oposiciones, y produce infaliblemente el efecto pretendido»

La evangelización se debe concebir más bien como una empresa de largo plazo de paciente enseñanza e instrucción, en la cual los siervos de Dios simplemente intentan ser fieles en entregar el mensaje del evangelio y aplicarlo a las vidas humanas, y dejar que el Espíritu de Dios atraiga a los hombres a la fe mediante este mensaje a su manera y a su propia velocidad»




INSTRUCCIÓN 1: 

NO PERMANEZCAS EN UN ESTADO DE IGNORANCIA 

Si estás verdaderamente dispuesto a ser santificado e hijo de Dios, no permanezcas en un estado de ignorancia, sino haz todo lo posible por llegar a la luz y entender la Palabra de Dios en los asuntos de la salvación. Si el conocimiento es innecesario, ¿por qué tenemos entendimiento? ¿Y en qué supera el hombre a la bestia? Si algún conocimiento es necesario, ciertamente debe ser el conocimiento de las cosas más grandes y necesarias. Y nada es tan grande y necesario como obedecer a tu Hacedor y que tu alma sea salva. El conocimiento debe ser valorado según su utilidad.


INSTRUCCIÓN 2: 

PROCURA COMPRENDER EL ESTADO DE PECADO Y EL ESTADO DE GRACIA 

Primero esfuérzate de manera particular en comprender la naturaleza verdadera del estado de pecado y del estado de gracia. Es probable que digas que todos son pecadores, que Cristo murió por los pecadores, que fuiste regenerado en tu bautismo, que por los pecados que desde entonces has cometido, te has arrepentido de ellos y, por lo tanto, esperas que sean perdonados.

INSTRUCCIÓN 3: 

CONOCE LO QUE ES UNA VIDA DE SANTIDAD 

Cree en la Palabra de Dios y en los que la han probado, y no creas en las calumnias del diablo y de los hombres impíos, que nunca han probado ni conocido las cosas que reprochan. La razón no puede cuestionar lo razonable de este consejo. ¿Quién es más sabio que Dios, o a quién hay que creer antes que a Él? ¿Y qué hombres son más aptos para saber de qué hablan, que los que hablan por su propia experiencia? Nada es más familiar para con los hombres impíos que calumniar y reprochar los caminos santos y los siervos del Señor. Ninguna sabiduría, ninguna medida de santidad o justicia, eximirá a los piadosos de su malicia.

INSTRUCCIÓN 4: 

ATIENDE CON SERIEDAD LA PALABRA DE DIOS, LIBROS EDIFICANTES Y LA PALABRA PREDICADA SI QUIERES SER SALVO 

Para que tu entendimiento sea iluminado, y tu corazón renovado, lee mucho y con seriedad la Palabra de Dios, y los libros que son apropiados para los hombres en un estado inconverso, y especialmente en escuchar la predicación clara y escudriñadora de la Palabra. Hay una luz, un poder y una majestuosidad celestiales en la Palabra de Dios, de modo que al leerla u oírla con seriedad, puede traspasar el corazón, pincharlo y abrirlo, para que salga la corrupción y entre la gracia. «La ley del SEÑOR es perfecta, que convierte el alma; el testimonio del SEÑOR es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos del SEÑOR son rectos, que alegran el corazón…» (Sal. 19:7-8).

INSTRUCCIÓN 5: 

USA LA RAZÓN Y PIENSA EN LAS COSAS QUE TIENEN QUE VER CON TU SALVACIÓN 

Si no quieres estar desprovisto de la gracia salvífica, deja que tu razón esté dedicada en los asuntos de tu salvación con cierta proporción de pensamientos frecuentes, sobrios y serios, así como se requiere que estés convencido de la importancia del asunto. «… no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor…» (1 Co. 13:5). «Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad.


Lo más importante de todo la oración. 

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